Rixio G Portillo / @Rixiogpr.- Venezuela y Nicaragua no solo tienen en común ser países latinoamericanos gobernados por la izquierda, aunque el primero gozó de una gran riqueza petrolera, desde los últimos años atraviesa la peor crisis humanitaria en su historia; el segundo no cuenta con los recursos económicos del primero pero ha gozado de cierta estabilidad política recientemente.
Sin embargo, las protestas de Nicaragua y la respuesta represiva de Daniel Ortega parecen un calco de la realidad vivida en Venezuela durante las protestas de los años 2014 y 2017.
En ese periplo de tiempo la estrategia del Vaticano en Venezuela fue evidente; en octubre de 2016 el Papa Francisco recibió en una audiencia privada a Nicolas Maduro en la Auletta cercana a la Sala Pablo VI, eran cerca de las nueve de la noche y no hubo declaraciones de ninguna de las partes.
Poco tiempo después la Santa Sede participó en una mesa de diálogo a petición de la oposición en Venezuela, al parecer Caracas habría ido al encuentro con el Papa para dejar claro las condiciones para dicha participación.
Dos representantes envió el Vaticano, primero el hoy nuncio en italia, monseñor Emil Paul Tscherrig (antiguo nuncio de Buenos Aires) y posteriormente monseñor Claudio María Celli que solo tres meses después desistía de volver a regresar a Venezuela al no haber ningún resultado en el diálogo.
En ese marco, los obispos de Venezuela eran continuamente desacreditados por el gobierno, e inclusive la designación de los dos representantes de Roma en el diálogo los agarró por sorpresa, esperando hasta diciembre del año 2016, última visita de Celli al país, para un encuentro con los prelados, reunión que por la premura de la convocatoria fue imposible una participación numerosas de obispos.
Por su parte, el nuncio apostólico, sucesor de Pietro Parolín en Caracas, Aldo Giiordano, llegaba al país en febrero del año 2014, en medio de las convulsionadas protestas, y sostuvo encuentros con diferentes sectores pro y contra gobierno, lo que le valió la críticas de algunas voces en el país.
En Nicaragua la estrategia de la diplomacia en el Vaticano se diferencia en varios aspectos.
Las protestas iniciaron por la reforma de la normativa de jubilación en el país, con un plan diseñado por Ortega y el Fondo Monetario Internacional que entró en vigor el 18 de abril de 2018, nadie podía esperar la respuesta a medidas que evidentemente no contaban con el apoyo popular.
A solo cuatro días Daniel Ortega anuncia la suspensión de las medidas tomadas pero la fuerte represión en todo todo el país, en vez de calmar las aguas, agitaron un descontento existente entre los nicaragüenses.
Los obispos de Nicaragua insistían en el cese de la represión, hasta la fecha las protestas contabilizan entre 125 y 134 fallecidos, y más de 1200 heridos, lo que obligó a establecer, como en Venezuela, una mesa de diálogo, en el que los prelados serían los mediadores y no el Vaticano.
Por su parte la Santa Sede desarrolló un movimiento habitual en las nunciaturas y sin preverlo en enero de 2018 anunciaba el traslado de Fortunatus Nwachukwu hasta Trinidad y Tobago, dejando vacante la nunciatura en Managua.
Nwachukwu contaba con buenas relaciones con Ortega quien en su despedida le condecoró, aunque la relación Iglesia – Estado en los últimos años en Nicaragua nunca habían sido tensas como en el caso Venezuela, a razón del cardenal Obando, ya emérito, que fallece en medio de las protestas.
El 15 de febrero de 2018 se anuncia que el polaco Waldemar Stanisław Sommertag sería enviado a Nicaragua, pero primero debía ser ordenado obispo, por lo que el arribo se dilataría más de lo normal.
Sin nuncio apostólico los obispos de Nicaragua asumieron el liderazgo de primera línea, con un reconocimiento público por parte de Ortega y los manifestantes.
El 18 de mayo inició la primera sesión del Diálogo Nacional, y los obispos estaban representados por el cardenal Leopoldo Brenes, el auxiliar de Managua Silvio Báez (carmelita), los obispos Rolando Álvarez, Jorge Solórzano y Bosco Vivas.
Durante este período han sido varios los momentos difíciles, del 23 al 30 de mayo es suspendido el diálogo al no poder hacer que el gobierno de Ortega detuviese la represión, sumado al ataque a Iglesias y sacerdotes.
El 22 de mayo los obispos escribieron una carta pública a Daniel Ortega, urgiendo el cumplimiento de las recomendaciones realizadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, posterior el análisis de las protestas en el país y la desproporcionada respuesta del ejecutivo.
“Crear un mecanismo de investigación internacional sobre los hechos de violencia ocurridos, con garantías de autonomía e independencia para asegurar el derecho a la verdad e identificar debidamente a los responsables”, mencionan los obispos en la misiva.
Por su parte el Papa Francisco, hasta la fecha, solo ha hecho referencia dos veces al conflicto en Nicaragua:
El 22 de abril durante el rezo del Regina Coeli: “Estoy preocupado por lo que está sucediendo estos días en Nicaragua, donde, después de una protesta social, se han verificado desencuentros que han causado algunas víctimas. Expreso mi cercanía con la oración por este amado país y me uno a los obispos para pedir que cese toda violencia, se evite un derramamiento inútil de sangre y que las cuestiones abiertas se resuelvan pacíficamente; con sentido de responsabilidad”.
Y el 03 de junio, también durante el rezo del Angelus, en el mediodía desde el Palacio Apostólico: “Me uno a mis hermanos obispos de Nicaragua al expresar dolor por las graves violencias, con muertos y heridos, llevadas a cabo por grupos armados para reprimir protestas sociales. Rezo por las víctimas y por sus familiares. La Iglesia está siempre abierta al diálogo pero esto requiere el compromiso activo de respetar la libertad, y, primero de todo, la vida. Rezo para que cese toda violencia y se aseguren las condiciones para la reanudación del diálogo lo antes posible”.
En ambas oportunidades el Papa insiste en el diálogo pero desde las peticiones que han realizado los obispos de Nicaragua.
En Venezuela la sombra de una posible discrepancia entre el Papa y el episcopado tuvo que ser resuelta con una audiencia privada solicitada por la Conferencia Episcopal en junio de 2017.
A diferencia de Nicaragua el último encuentro con el Papa Francisco fue en septiembre de 2017, en visita ad limina, y hasta se habló de una posible visita del pontífice durante el mes de enero de 2019, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá.
El 07 de junio algunos obispos fueron recibidos por Daniel Ortega, en el que los prelados presentaron una ruta para la democratización del país, que pasaría por el adelanto de elecciones presidenciales y el cambio de gobierno.
Monseñor Silvio Baéz hizo públicas sus palabras a Ortega en el encuentro: “Señor presidente, la represión violenta, la agresión verbal mediática, las detenciones arbitrarias no es la solución a la crisis que vive el país, sino más bien es el medio para agravarla aún más. Nicaragua no es la misma antes del 18 de abril, presidente entienda” expresó el obispo.
Waldemar Stanisław Sommertag, el nuncio apostólico ordenado en marzo por el Papa Francisco, aún no llega a Nicaragua; la historia se sigue escribiendo y el desenlace de la crisis en el país centro americano puede resultar diferente a la de Venezuela, en el que las maniobras del Vaticano no dieron ningún resultado.
PD: El 14 de junio de 2018 monseñor Waldemar Stanisław Sommertag, nuncio apostólico para Nicaragua, comenzó su servicio diplomático en el país centro americano.
[…] El segundo problema en el continente de mayor relevancia ha sido Nicaragua, una cruenta persecución contra la iglesia y hasta el exilio de un obispo, Mons. Silvio Báez, siguen poniendo a prueba la diplomacia de Francisco. […]
[…] iniciado en Colombia, donde la diplomacia pontificia no ha dejado de ofrecer una contribución; o la situación en Nicaragua, que ve al representante del Papa en el país participando como un “observador” en las […]
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